«¿Y si la hubieran matado?». La pregunta resume el azoro de la multitud que se reúne en la Plaza de Mayo y que todavía no termina de procesar el intento de asesinato que ha sufrido la vicepresidenta, Cristina Fernández
ARGENTINA.- Estupor. Incredulidad. Indignación. Tristeza. Desazón. Miedo.
Una vorágine de sentimientos invade a la sociedad argentina la noche del jueves, al confirmarse la noticia de que un hombre acaba de atentar contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. La abogada de 69 años que ha sido dos veces presidenta. La líder política más importante de este país en las últimas dos décadas. La que despierta amores y odios extremos
Las imágenes fueron transmitidas en vivo y en directo. Y estremecen. Muestran a la expresidenta mientras saluda a los simpatizantes que desde hace 11 días hacen vigilia en la puerta de su casa de Buenos Aires para apoyarla en medio del juicio que avanza en su contra por presunta corrupción y que ella, el Gobierno y el peronismo en pleno consideran, en realidad, una persecución judicial para proscribirla.
Entre la multitud, frente a cámara, se extiende una mano con una pistola que apunta directo a la cabeza de la vice. Un hombre gatilla dos veces pero las balas no salen. La pistola cae. Los militantes lo rodean. Lo someten.
Más tarde, las autoridades confirman que el hombre que quiso cometer un magnicidio se llama Fernando Andres Sabag Montiel, que tiene 35 años, es de nacionalidad brasileña, vive en Buenos Aires, tiene antecedentes penales por portación ilegal de arma y ya está detenido.
Apenas pasan de las nueve de la noche, pero el país se prepara para el desvelo. El shock es generalizado. Acaba de ocurrir uno de los hechos políticos más graves desde que Argentina recuperó la democracia en 1983."
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