
"Ilya Ehrenburg, escritor oficial soviético, escribía: “El hecho de que Sartre haya escrito Las Manos Sucias en el momento de la caza a los comunistas, en el momento de la encarnecida campaña antisoviética que no es otra cosa que la preparación de la guerra, este hecho significa que ha ligado su suerte a la suerte de Sr. Jules Moch, a la suerte de Sr. Dulles, de Sr. Churchill y del resto de inspiradores de la ‘cruzada’”.
Ante esta situación Sartre, que luego se definiría como “compañero de ruta” del PC, declaró que no propiciaría ese tipo de lecturas “anticomunistas” y dejaba en manos de los Partidos Comunistas de cada nación el visto bueno al estreno de la versión local de su obra (como en el texto mismo, Sartre se asemejaba a Hugo, que proponía el predominio de la disciplina partidaria sobre su libertad individual). Resulta no anecdótico señalar, en este marco, que en las elecciones francesas de 1946, el Partido Comunista obtuvo mas del 26% de los votos e integró, a partir de estos resultados, el gobierno del general De Gaulle con cuatro ministros. Hoederer no se habría opuesto.
Al contrario de Hugo, Hoederer es un hombre de Partido dispuesto a ensuciar las manos por el poder, y así lo dice (marcando el dilema entre las manos limpias y las manos sucias que recorre toda la obra):
“-Cómo te importa tu pureza, qué miedo tenés de ensuciarte las manos. Bueno, seguí siendo puro. ¿A quién le servirás y para qué venís con nosotros? La pureza es la idea de un monje y un fakir. A ustedes los intelectuales, los anarquistas burgueses, les sirve de pretexto para no hacer nada. No hacer nada, permanecer inmóviles, apretar los codos contra el cuerpo, usar guantes. Yo tengo las manos sucias, hasta los codos, las he metido en mierda y sangre, ¿y qué? ¿Te imaginás que se puede gobernar inocentemente?”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario