7.6.22

LA COHERENCIA

“- Aprieta el gatillo. Apunta y aprieta -ordena la investigadora.

- La pistola está descargada -replica el tirador.

Ella insiste, por lo que él apunta al blanco que hay a cinco metros de su arma. Dispara.

- Ahora revisa el cargador -agrega ella.

Él mira, hay una bala intacta. La saca y se la entrega. Ella la ubica en una mesa, al lado de otra.

- Una de estas balas va como nosotros -dice-, viajando en el tiempo hacia delante. La otra va al revés, porque su entropía es inversa. ¿Puedes distinguir cuál es cuál?

El tirador niega con la cabeza. La investigadora ubica su mano abierta sobre el proyectil de la derecha, a unos treinta centímetros de altura, hace un leve movimiento con los dedos y lo agarra en el aire.

- Desde mi punto de vista atrapé una bala que saltó desde la mesa; desde el punto de vista de la bala, se cayó de mi mano.”

Esta es una hermosa escena de “Tenet”, la más incomprensible de todas las películas de Christopher Nolan, y una de las más festejadas por los científicos que estudian física cuántica, como Rovelli, del que hablamos en la nota pasada. La otra película es “Primer”, filmada en 2004 por un ingeniero y matemático llamado Shane Carruth, y lo demás son un par de cuentos de Robert A. Heinlein, el autor de la novela “Starship Troopers”, también comentada alguna vez en nuestra Agenda. Y pará de contar. Casi todos los otros intentos de la ficción por dar sustento científico a la posibilidad de los viajes en el tiempo se quedan en la fantasía. Hablo de la saga “Back to the future”, por ejemplo. Y “Terminator”. O se gastan tantas paradojas que las vuelven imposibles para los que escriben los libros de la buena memoria.

“El tirador dispara otra vez, apuntando a los agujeros en la diana, con la pistola vacía. Las balas se recomponen, salen de sus boquetes, entran en reversa por el caño de la pistola y se alojan, quietas, en el cargador.

- ¿La causa no debería venir antes del efecto?

- No siempre -responde la mujer.

- ¿Y qué hay del libre albedrío?

- La bala no se hubiera desprendido de la diana si tú no hubieras apuntado y gatillado. Lo hiciste posible. -Y agrega: - No trates de entenderlo. Simplemente, siéntelo.”

La escena vale la película. Aunque tiene muchas otras, tan buenas como aisladas: un comienzo con un atentado en un teatro durante una convención, una persecución de dos coches yendo a la misma velocidad en inversión (uno va para el sur, el otro para el norte, pero en el episodio comparten la misma fracción de espacio-tiempo), una guerra donde algunas bombas explotan y otras des-explotan, simultáneamente en un mismo paisaje caótico.

Intentaré explicar algo de esto sin enloquecer.

 

TODOS LOS TIEMPOS, EL TIEMPO

Hay algunas reglas básicas en la que todos los físicos parecen estar de acuerdo:

1 – En un viaje en el tiempo, la separación temporal entre partida y llegada no es igual a la duración de la jornada del viajante. Observa el investigador Daniel Lewis que el asunto implica dos lapsos diferentes: el del tipo que viaja, subjetivo y acomodado a su propio reloj de pulsera, y el que le ocurre como historia. El viajante vive una historia en otra época que puede durar meses y para su reloj tal vez hayan pasado unos pocos minutos.

2 – Esta es de Hawking: el principio de “autocoherencia”, formulado por Ígor Nóvikov y Kip Thorne, nos impide viajar al pasado. O sea, solamente podrían existir los viajes al futuro, donde no habría paradojas. Obvias leyes de protección cronológica impiden que lleguemos a un tiempo anterior y nos mandemos un cagadón de esos que transforman todo el futuro en otra cosa, por efecto mariposa.

3 – Los universos se están multiplicando. Esta es una explicación del físico Bryce deWitt: “cada transición cuántica que ocurre en cada estrella, galaxia o rincón del cosmos, está dividiendo nuestro mundo local en millares de copias de sí mismo, y los universos multiplicados son inconexos entre sí”. Es la explicación macro de los “muchos mundos” de la que se asombra Carlo Rovelli. Por el momento, es la única propuesta que resuelve las paradojas.

 

 ¿QUÉ SON LAS PARADOJAS?

Hay solo dos modelos de paradojas causales en el caso de que se quiera ir a veranear al tiempo de nuestros abuelos. Para explicarlo voy a recurrir a la película de Cameron, un ejemplo de ficción que no tiene asidero en la física. Desde el futuro mandan a Terminator al presente para matar a Sarah Connor, y que ella nunca pueda engendrar al líder de la revolución contra Skynet. Supongamos que la mata: el líder no nace, por lo tanto nadie puede en el futuro mandar a matarlo. La ciencia habla de “paradoja de incoherencia”.

Como no la mata y Sarah, que era una simple secretaria, se convierte en una feroz guerrillera, va a engendrar y educar un hijo héroe que liderará a la humanidad contra Skynet: en este caso será el Terminator enviado el que haya producido una historieta sin principio ni fin, que en física se llama “bucle causal”, o “paradoja de bucle causal”. En una nota muy interesante del sitio argentino El Cedazo, que recomiendo leer atentamente, avisan que el principio de la causalidad, que parecía ser hasta hace poquito una de las cosas básicas de la existencia, no deriva de las leyes de la física. Cito: “En las ecuaciones de la física no hay nada que nos explique la naturaleza de la causalidad; si bien todo efecto debe tener una causa, ¿por qué esta tiene que existir antes y no luego? ¿Cuál es exactamente el lazo que une una causa con su efecto? Cuando se trata de cuestiones como el tiempo y la causalidad, la ciencia no nos dice cosas claras.”

La esencia de las paradojas siempre es la causalidad. Si el espacio-tiempo permitiera las bifurcaciones que intuye la física cuántica, el problema de las paradojas quedaría resuelto.

En la teoría de los “muchos mundos” (que El Cedazo titula de “universos paralelos”), podría existir un tiempo en el que Skynet reine sin resistencia, otro donde Sarah Connor vence a Terminator y entrega al mundo un líder, otro donde los humanos vencen a Skynet sin ayuda de nadie, hasta uno donde Terminator y Sarah se casen y coman perdices en una isla en el Tigre.

 

VEO GENTE REPETIDA

Hay un acertijo de Hawking que dice que si los viajes al pasado existieran estaríamos conviviendo con viajantes. Planea hacer una fiesta con un pasacalle que diga BIENVENIDOS, y sentarse a esperar. Si nadie viene, se suspende la fiesta. Es una manera barata de probar que no existen los viajes al pasado; frizás los sanguchitos de miga y los guardás para tu próximo cumple. Pero agreguemos esta idea: suponete que me voy al futuro… ¿nunca voy a querer regresar para contarlo? El regreso del futuro, según los físicos, es lo que embarra la cancha del determinismo de la relatividad creado por Einstein.

Cité a Heinlein al principio de la nota, pero no especifiqué por qué. Tiene un cuento titulado “By his boostraps” (“Por sus propios medios”), en el que hay un hombre escribiendo una tesis en un cuarto. Está muy concentrado, tanto que no ve que se abre una puerta circular a un costado, como un ojo de buey de luz, por la que entra otro hombre igual a él, que viene del futuro. La permanencia de los calcos en una misma habitación se vuelve imposible de sostener. Provoca sorpresa, miedo, diálogos extraños. Al final el original, llamémosle hombre 1, pasa la puerta y aparece en el futuro. Allí es convencido por un investigador para cumplir con un plan. Entonces regresa al presente y ya no se encuentra a uno solo igual a él, porque llegó a la escena posterior, unos minutos después, y queda anonadado ante la presencia de hombre 1 más hombre 2. O sea: pasa a ser el hombre 3, idéntico a los anteriores. El cuento es de 1941. Fue destacado por los físicos cuánticos como un primer atisbo de los “muchos mundos”, en donde los visitantes empezarían a verse repetidos.

Dos jóvenes brokers de la Bolsa arman una máquina del tiempo en una baulera y se deciden a viajar un día al futuro para ver qué acciones subieron, y no fracasar en sus apuestas de negocios. La película es “Primer”. Cuando vuelven, distribuyen sus ganancias en muchas ofertas, para transgredir en lo mínimo las disposiciones temporales y no caer en paradojas. Pero se aterrorizan en el segundo de los viajes, al que llegan al futuro unos minutos después del viaje anterior y se ven a sí mismos en el recinto. También en “Tenet” hay gente copiada, que se encuentra realizando una acción que ya pasó o pasará. ¿Qué es esto de las repeticiones por todos lados? Otra vez la teoría de los “muchos mundos” que describe Rovelli en “Helgoland”.

Las películas de Nolan y de Carruth nos llevarían a pensar que la cuántica es aburridísima cuando se la aplica con severidad en la ficción. Los directores, que en algunos momentos nos dan segmentos narrativos maravillosos (los que mencioné de “Tenet”, el episodio de la biblioteca en “Interstellar” y el segundo viaje de los “Primer” al futuro), fracasan en mantenerles la atención a los legos (que, por otra parte, constituimos casi todo su público). Son películas muy difíciles de seguir, con explicaciones que aburren y episodios que hacen parecer que el director se mareó o se olvidó de que hay alguien mirando. ¿Será que no se puede hacer algo serio, que satisfaga a los científicos y que además sea divertido? Bueno, miren “Coherence” (2013), de James Ward Byrkit, guionista y director. Contra todas las ganas que tengo, no la voy a espoilear. Búsquenla y prepárense para una inquietante seguidilla de cajas de Schrödinger en la que no hay gatos, sino personas cenando.

Pánico cuántico al alcance de todos. 

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