“Es conocida la anécdota de Julio Verne interrogado sobre qué opinaba de las obras de Wells, que empleaba la antigravedad para los viajes espaciales, mientras él empleaba la balística. Se asegura que comentó: - Yo utilizo la ciencia; él inventa.
Curiosamente, hoy
sabemos que un proyectil balístico del tipo descripto por Verne es técnicamente
absurdo, mientras que se empieza a hablar seriamente de la antigravedad. Los
apologistas de Verne, entre los que se encuentra Moore, sostienen que, aunque
de acuerdo con la ciencia de hoy estaría equivocado, aún sigue siendo el modelo
de escritor de s-f. De este modo se evidencia que lo que está defendiéndose no
es la ciencia misma sino una cierta cuestión conservadora.
En realidad, cuando la
ciencia-ficción tiene tema científico, utiliza los datos de la ciencia y a la
vez la “crea”. Si se limita a emplear los resultados adquiridos y comprobados
de la ciencia en su momento histórico, fantaseando sobre esos hechos de una manera
literariamente aceptable, corre el riesgo de que le ocurra lo mismo que a
Verne. Cuando la ciencia sigue los caminos lógicamente previsibles, estas
profecías se convierten en “anticipaciones” (como en el caso del submarino) y,
si no lo hace así, pasan a formar parte del museo de las ideas fallidas junto con el flogisto, los epiciclos
tolemaicos o el planeta Vulcano. Es así como las anticipaciones optimistas de
Verne sobre el futuro de prosperidad alcanzado por medio de la técnica, nos
resultan hoy ingenuas, mientras que algunas páginas grotescas de Wells sobre el
predominio de la propaganda en la vida moderna se revelan alucinatoriamente plausibles.”
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