3.4.19

MARÍA TERESA ANDRUETTO EN LA GACETA

"- Quería empezar por ciertos movimientos sociales que se han dado en el mundo, y particularmente en la Argentina, como es el Niunamenos, los derechos y el empoderamiento de la mujer, el aborto legal, seguro y gratuito, y las nuevas sexualidades. ¿Cómo te parece que todo esto puede reflejarse en la literatura? ¿Le podemos exigir a la literatura que asimile estos procesos sociales al tiempo que van sucediendo?
- Creo que uno escribe con todo lo que es, y eso inevitablemente aparece. Lo que uno es, está compuesto de muchas cosas. La propia identidad es como una cebolla, capa sobre capa. Yo podría decir: soy argentina, soy provinciana, soy mujer, soy descendiente de inmigrantes pobres, soy clase media, soy sexagenaria. Una cantidad de cosas que van mezclándose, y no sé si la palabra es exigir, pero uno, al escribir -si es verdadero el camino de la escritura que uno recorre-, mira hacia el fondo de sí. Y ese lugar, dentro de uno, no es un lugar individual. Porque aunque es la propia cosa, lo más propio de uno, ese lugar interno es un lugar donde refractan los otros, la sociedad donde uno vive y las experiencias que uno ha ido teniendo. Lo que sucede es que a veces las problemáticas sociales entran de manera muy misteriosa en lo que uno escribe. No por una decisión meramente consciente, sino de manera sesgada. Por eso a mí me interesa mucho el trabajo de las formas. Porque, ocupada en las formas, lo otro aparece de modo más sugerente. Hay una expresión, que no se si la voy a poder mencionar de manera textual, que me dijo en una conversación la actriz Cristina Banegas: al final se trata de hacer un vacío para que el inconsciente te tire un hueso. Y es un poco eso: cómo hace uno a la hora de escribir para vaciarse de ciertas certezas, de ciertos preconceptos –esa es una de las cosas más difíciles de la escritura–, cómo entrar en una zona en la que no se juzgue a los personajes, no explicarlos, sino mirarlos ser. Y eso que está en el inconsciente es un lugar propio y a la vez extremadamente social. Porque en ese lugar propio pregnan, rebotan, impactan los problemas de este mundo a los que el escritor está abierto en su subjetividad."

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