Ella estaba sentada en su casita
y de a poco ordenaba su ropita.
Tuvo tan mala suerte que encontró
consoladores que no eran de Kondó.
Para colmo de males eran tres:
uno blanco, uno negro, uno al revés.
"Caramba -dijo- hay negro y para el culo
y mi libro no admite más que uno.
Porque un solo agujero permitido
alegra mi libido."
Encomendada a Dios,
la ponja tiró dos.
¿A que no adivinás cuál no tiró
y adónde lo guardó?
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