4.7.18

ALGUNAS CUESTIONES EN TORNO AL CANON / MARÍA TERESA ANDRUETTO

1. Caña,
Vara, norma, regla, precepto, modelo, prototipo, son las acepciones de canon que nos da el diccionario. Debiera entonces partir de que la idea de un canon como norma, precepto o prototipo no me gusta. Que me gusta mucho más que la literatura sea un remolino, siempre desacomodándose.... porque —como ha dicho Lotman — es siempre dialéctica la relación entre lo canonizado y lo no canonizado en una cultura y ese movimiento permanente, hace que los que están fuera tiendan a ocupar el centro y pugnen por insertar sus modelos desplazando a otros que están dentro, porque no existe centro sin periferia y "lo literario" en cada caso, tiempo y lugar, precisa de lo "no literario" para definirse. De modo que todo canon necesita de la amenaza exterior —la amenaza de lo no canónico— y es de ese exterior no canonizado de donde provienen las reservas de la literatura que vendrá.
2. Presente/pasado
Un canon es una lectura del presente hacia el pasado, para decidir qué enseñar, qué antologar, cómo hacer para que ciertos libros permanezcan vivos y sean leídos por las generaciones que nos siguen. Lectura de lectores que nos arrogamos la facultad de dirigir las lecturas de los demás. Retomo la frase: para que ciertos libros permanezcan vivos y enseguida salta la paradoja, porque lo canonizado se fija, endurece, tiende a convertirse en monumento, o sea que en lo que respecta a la lectura como un acto irreverente (que es el concepto de lectura que me interesa), podríamos decir que tiende a morir. El Quijote convertido en brindis y celebraciones, del que hablaba Borges, o en un libro que no necesita ser leído porque ya lo han leído por nosotros las generaciones precedentes, como dice Raúl Dorra.
3. Cada lector construye su canon
Horacio González  habla del pinchazo, Barthes habla de punctum. Se está refiriendo a fotografías, pero podría estar hablando de libros. Dice: "No soy yo quien va a buscarlo, es él quien sale de la escena como una flecha y viene a punzarme. En latín existe una palabra para designar esta herida, este pinchazo, esta marca (...) a ese elemento que viene a perturbar (...) lo llamaré punctum", dice, "pues punctum es pinchazo, agujerito, pequeña mancha, pequeño corte, y también casualidad". Cada (buen) lector construye su canon, más allá de lo que canonicen la academia, la escuela o el mercado. "La gloria de un poeta depende de la excitación o de la apatía de las generaciones de hombres anónimos que la ponen a prueba, en la soledad de sus bibliotecas (...) Yo, que me he resignado a poner en duda la indefinida perduración de Voltaire o de Shakespeare, creo (esta tarde de uno de los últimos días de 1965) en la de Schopenhauer y en la de Berkeley. Clásico no es un libro que necesariamente posee tales o cuales méritos, es un libro que las generaciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen con previo fervor y con una misteriosa lealtad", dice Borges.
4. Fervor/lealtad
Sucede con algunos libros: abren en nosotros una grieta que no nos permite olvidarlos. No se trata exactamente de los mejores libros, sino de aquellos que nos disparan una flecha que, como el amor, como el amado, no flecha a todos por igual. No atesoramos el libro mejor escrito sino aquél que, poseedor de un punctum que lo aloja en nuestra memoria, sigue preguntándonos acerca de nosotros mismos. Como el coleccionista que distingue una pieza única entre tantas y la retiene para sí, cada lector arma su canon personal. Libros como diademas excavadas en la lectura, dice Horacio González.

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