"Le había encantado cómo Orozco invocaba los objetos de su marido: “Y qué será tu almohada/ y qué serán tus sillas/ y qué será tu ropa, y hasta mi lecho a solas, si me animo”. Pero, sobre todo,lo que la volvía loca era una alusión a la cuchara: “aléjate, memoria de pared, memoria de cuchara, memoria de zapato”. De esta manera, con un caudal de pasión que solía poner el foco sobre lo inesperado, Ana se acercaba a la poesía y me atrevo a decir que a todo el arte. Su extrema sensibilidad anclaba no tanto en los grandes asuntos, como en lo que éstos van dejando en el camino. Esos objetos comunes y compartidos que no sólo se ven aunque a veces no se los mire,sino que también sirven para ser usados. En ese sentido se podría decir que lo que a Ana le interesaba del arte era algo así como una política de la cuchara. Así entendía el cine y la poesía, pero también la moda, la comida, la bebida, el arreglo del pelo, los colores que elegía para pintar su casa, etc."
Tamara Kamenszain en Página 12.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario