9.5.16

NADA EN COMÚN / TAMARA TENENBAUM

"Era la primera (y última) vez que estaba sin ropa delante de dos chicos que me gustaban, que me parecían lindos. No era lo mismo que desvestirse ante los traumatólogos gerontes. El rubio parecía entenderlo, también; casi tenía más miedo que yo. “No muerde la nena, eh”, tuvo que decirle el viejo cuando me quiso tomar las medidas a 20 metros de distancia. “La vas a tener que tocar para medirle el busto, pero ella ya sabe y entiende. No te pongas nervioso. Casi todas las pacientes de escoliosis son nenas y tienen la edad de ella, así que vas a tener que perder el miedo”. Me divierte recordar exactamente lo que pensaba en esa época; no entendía nada. Pensaba que él estaba nervioso porque yo le gustaba, porque yo también le parecía linda. La conducta del morocho canchero la leí (igual de mal) en la misma línea. Bastante le había costado al otro tomarme las medidas, así que cuando llegó el momento de tocarme en serio retrocedió. El morocho se puso a preparar la mezcla y me la pegó con confianza, lento y suave. “¿Está muy caliente? ¿O estás cómoda así?”. Usó la sonrisa esa cómplice de los tíos lindos, no los tíos pajeros, los tíos jóvenes lindos de tus amigas."

Excelente texto de Tamara Tenenbaum.

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