Para nosotros todo sucede en esta anónima humareda.
La sonata del mundo está muy lejos.
Éste es el jardín. Y ésa la cocina. Al dios de la cocina, negro, pero invisible, ofrendamos los suculentos tomates cada día; él, aunque no tiene boca, deja vacío el plato.
Y están las menudas cosas de siempre.
Yo trazaré la crónica profunda e infinita,
siempre igual y siempre diferente.
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