12.8.15

LOS VIEJOS TIEMPOS / RAYMOND CARVER

Dormitabas frente al televisor
pero aún no te habías acostado
cuando llamaste. Yo estaba dormido,
o casi, cuando el teléfono sonó.
Querías decirme que habías
dado una fiesta. Y que me extrañaron.
Fue como en los viejos tiempos, dijiste,
y te reías.
La cena fue un desastre.
Todo el mundo estaba borracho perdido a la hora
en que la comida llegó a la mesa. La gente
estaba pasándola bien, hasta
que alguien se llevó a la novia
de alguien arriba. Entonces
alguien agarró un cuchillo.

Pero te pusiste delante del tipo
cuando iba a subir
y lograste calmarlo.
Se evitó el desastre por un pelo,
dijiste, y te reíste de nuevo.
No te acordabas muy bien
de lo que había ocurrido después.

La gente se puso sus abrigos
y empezó a marcharse. Vos
tenés que haberte quedado dormido
un rato frente al televisor
porque te estaba pidiendo a voces
un trago cuando despertaste.
De todos modos, vos estás en Pittsburg
y yo aquí, en este
pueblo en la otra punta
del país. Todo el mundo
se ha ido de nuestras vidas ahora.
Querías llamarme para decirme hola.
Decís que estuviste pensando
en mí, en los viejos tiempos.
Decís que me extrañaste.

Fue entonces cuando me puse a recordar
aquella época y cómo solían
saltar los teléfonos cuando sonaban.
La gente que venía
a primera hora de la mañana
a llamar asustada a la puerta.
Adentro no pasaba nada.
Me acordé de eso y de cenas tensas.
Los cuchillos en la mesa, a la espera
de problemas. Irme a la cama
con la esperanza de no volver a despertar.

Te quiero, hermano, dijiste.
Se cruzó un sollozo.
Me prendí al auricular
como si fuera el brazo de un colega.
Y deseé abrazarte, viejo amigo.
Yo también te quiero, hermano.
Lo dije y luego colgamos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario