20.4.15

DDUM 224 / NOTA DE MIGUEL JURADO EN CIUDADES.

"Para colmo, la pared en cuestión no es un manso monumento conmemorativo de un lejano y doloroso pasado, un testigo mudo de un acontecimiento olvidado. Es un monumento que incomoda. Si recordara una historia muerta, podrían haber tenido 600 bloques, uno por cada 10 mil judíos asesinados en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. O bien 70, uno por cada año que pasó desde 1945.
Pero no: son 114. Un número caprichoso, dirán algunos. Un número que no surge de la tradición judía ni de la kabbalah. Es el número de nuestro vergonzante pasado reciente. Las primeras 29 “piedras” recuerdan a las víctimas de la Embajada de Israel (1992) y las restantes 85, a los muertos del atentado a la AMIA (1994). El Monumento Nacional a la Memoria de las Víctimas del Holocausto Judío es historia viva.
Así lo imaginaron Gustavo Nielsen y Sebastián Marsiglia, los arquitectos que ganaron el concurso hace seis años. “El número de bloques fue una idea aceptada en 2009, cuando ganamos el concurso, pero ahora resulta algo no muy bien visto, incluso dentro de la comunidad judía. Es como si algo hubiera cambiado”, se interroga Nielsen."
Más en la wé de Clarín.

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