5.2.15

DDUM 183 / LA EXPERIENCIA QUE ME REGALÓ PETER EISENMAN EN BERLÍN

El Monumento a las Víctimas del Holocausto Judío de Berlín es precioso. Lo hizo Peter Eisenman, uno de los arquitectos Five de los sesenta. Es la plaza que vimos más abajo y seguiremos viendo en otros posts, cubierta por una grilla ortogonal de grandes cubos de hormigón. Entre cubo y cubo hay un pasillo de menos de un metro: en el ancho pasa solamente una persona. Los cubos no tienen ochavas, cuando caminás por la plaza te podés chocar con alguien que venga por un pasillo perpendicular. El piso está en declive; se va hundiendo hacia adentro. Es un pozo tremendamente grande, un cráter de esos que dejan las bombas o las lagunas cuando se secan.
Entrar al Monumento de Eisenman en Berlín es como entrar a un lago urbano. Las veredas son las orillas. Desde ahí se ve la ciudad, podemos escucharla y olerla junto al tresto del mundo. A medida que caminamos vamos perdiendo luz y se esfuman los sonidos. A la mitad del recorrido solamente nos queda ver el cielo desde abajo. El lago es profundo.
Me sentí muy solo ahí, sumergido.
Me ahogué, pero después salí por la otra calle.
Un Gran Gran Monumento.
Aplauso para Peter.

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