26.7.13

YO A ÉSTE LO ABLANDO HABLANDO / SANTIAGO TAVELLA EN PÁGINA 12

“Minoru Yamasaki fue un tipo sin suerte”, dice Santiago Tavella ante el cuadro La dinámica catástrofe aúrea. “¡Le demolieron casi diez edificios!”. Le digo que no, que es un tipo que torció su destino. “Yamasaki quería hacer arquitectura efímera, pero le tocaron monoblocks. Por eso su obsesión de desmantelarlos al poco tiempo de estrenados”, retruco. Estamos hablando del arquitecto autor del complejo Pruitt-Igoe, de St. Louis, Missouri, y de las Torres Gemelas de NY. Sí, claro, es el mismo. La primera vez el Estado le dinamitó seis edificios de catorce pisos por razones parecidas a las que se usaron para demoler nuestro Albergue Warnes. La segunda vez, un ataque terrorista le barrió dos más, estrellándole aviones. Nos reímos de nuestro chiste de mal gusto.
En 1977 el crítico Charles Jencks incluyó en su libro El lenguaje de la arquitectura posmoderna el ejemplo de la demolición de Pruitt-Igoe como final histórico del Movimiento Moderno. Lo dijo así: “…murió el 15 de julio de 1972 a las 3:32 de la tarde…” La hora es la de la primera explosión. Nadie se rió con su chiste de mal gusto.
Tenemos la misma edad, con Santiago. Cincuenta años. Entramos a la Universidad a tiempo, él a la de Montevideo, yo a la UBA. Me confiesa que quería ser arquitecto solamente porque le gustaba dibujar, y temía que Bellas Artes no tuviera una salida laboral real. “Complejo de clase media”. Le digo que a mí me pasó igual. En ese compartir educación superamos enseñanzas que se basaban en desprestigiar el Movimiento Moderno, sin lograrlo. La Ville Saboye nos sigue pareciendo la reina de la historia de la arquitectura. “Y no hay nada del posmodernismo que haya sobrevivido con salud a la década del ochenta”, decimos, casi a dúo.

En el dúo él canta mejor, claro. Porque Santiago, además de pintar estos bellos cuadros, es uno de los cuatro integrantes del Cuarteto de NOS. Los creadores del himno rioplatense “Ya no sé qué hacer conmigo”.

Sigue en la página central de RADAR. ¡Gracias Santiago!

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