Sólo vos, Margarita, tenés la edad del miedo
a la noche. Pero tus héroes se levantan
con el sol y nadie puede evitar
verlos como una estela luminosa
cuando empezás a correr. Ahora ese nombre
es una puerta al pie de la montaña.
Flor que persiguen unos Faustos sabiondos,
pequeños aprendices de la gran mascarada
masculina. No se deja embaucar,
sonríe y alza un hombro cuando alguno
le dice que no quiere ser más su novio.
Con menos de 5 años, 3 de hablar,
0 de escribir, ya sabe que el heroísmo
verdadero es ser objeto de un destino
dichoso. No es posible olvidar
la forma en que tus ojos y tu voz
atraen. ¿Qué te falta aprender?
Menos que a mí. ¿Unas letras?
¿Algo para confirmar que los monstruos
no existen en la oscuridad, que las imágenes
se borran unas a otras? Dormí, Margarita,
mañana te daré la burbuja de un día
para que la pongas en tu collar de plástico.
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