¿Para qué me querías tener entero?
Soy adicto a las mujeres.
¿No te bastaban esos lunes
juntos
haciéndonos comidas,
besándonos,
pasando el resto de la noche
enroscados
como víboras silenciosas
sobre tu cama brava?
¿No te bastaba con quererme
en Palermo
para tener que averiguar mi
vida
los fines de semana
en puertos más estables,
donde la realidad se muele
entre familia?
¿Para qué me querías del todo
entero,
si con el pedacito de lunes
que tenías
la pasábamos bomba?
¿Pensaste que ibas a poder
comprimirme
en el vacío de tu
departamento?
Soy una cosquilla inzipeable,
de esas que jamás regresan al
olvido.
Necesito que las mujeres me
amen;
no que solamente vos
lo hagas.
¿Para qué insistir en tener
entero
a uno al que le gustan todas?
Entero soy horrible.
Los anónimos te enseñan a
vivir
el día
para el día.
¿Por qué no me quisiste
un lunes por un lunes?
¿Por qué quisiste
que todos los otros días
también fueran el lunes?
Más que el día por el día
querías tener el día para
siempre.
Esa es la novedad.
Ahora estoy vacío y frágil
como la cáscara de un huevo
soplado.
Y nuestros hijos son los únicos que logran preocuparme.
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