Marisa Di Gianbatista y Horacio Aragona tienen un dúo de música
popular argentina que actúa los viernes a la noche en el Lobby del Hotel. Ella
es muy dulce con el piano; él tiene una voz privilegiada que pasó por Zupay y De los pueblos. Se parece un poco, por la forma lenta en que
deletrea sus fraseos, a Molina. Tocan temas de Gardel y del Cuchi Leguizamón. Terminan
la canción “Cuándo”, de Fandermole. Los
versos finales repiten “y una
ceniza negra que se va”.
Horacio se ve obligado a explicar: “El día 4 de
junio de hace dos años, a las 4 de la tarde, estábamos ensayando este tema en
casa y de repente el cielo se puso negro, como si le hubieran corrido un telón”.
Los supersticiosos ya tienen a quién echarle la culpa por las cenizas del
Puyehue, además de a la mala suerte de Piñeira (el volcán es chileno). Lo
cierto es que esas cenizas aún hoy, a 2 años del escenográfico acontecimiento,
siguen perturbando los vuelos en avión. El viento las dispersa y vuelven al
ataque. Tanto LAN como AEROLÍNEAS ARGENTINAS, las empresas que viajan directo a
Bariloche, trabajan con la granulometría del mineral: hay unos estándares que
ningún avión debe superar.
En mi primera visita,
el aeropuerto de Bariloche permaneció cerrado. Los aviones aterrizaban y
partían a horario desde Esquel. El trayecto posterior en colectivo duró 4 horas,
por lo que el viaje en general fue de unas 7, considerando esperas y
trasbordos.
La visita siguiente
la hice en micro, porque había muchísima incertidumbre con los vuelos. Vía
Bariloche tarda unas 20 horas desde Retiro hasta la terminal de ómnibus de
allá. Llegan un montón de empresas. Las comodidades son de bussines de avión: comidas calientes, vino, champán y asientos
cama.
Con el último viaje
completé las opciones. Al avión, a punto de descender en Bariloche, no le
cerraron los parámetros granulométricos y se tuvo que desviar a Neuquén. Como
el asunto fue sorpresivo, hubo que esperar 2 horas a que habilitaran unos
micros. El trayecto desde Neuquén, además, insume 7 horas. Por lo que en esta
opción imprevista y bastante incómoda se tardan unas 11 horas en total.
La vuelta la hice sin
contratiempos en avión, desde Bariloche hasta el aeroparque Jorge Newbery, en 2
horas. Escribo esta crónica un 23 de enero, probablemente cuando usted la lea
todos los vuelos funcionen con normalidad, sin que la gente tenga que andar
cruzando tanto los dedos.
¡Bon voyage!
(La foto es gentileza de Jerónimo Zamora).