"La primera persona que me publicó un texto en letras de molde fue David Ciechanover. Era un imprentero linotipista de San Antonio de Padua, poeta para más datos. Falleció hace unos años. David dirigía la Revista Oeste, un tabloide mezcla de literatura y barrio que se distribuía a lo largo de la línea Sarmiento del ferrocarril. Yo tenía 13 años y vivía en Castelar. Escribía cuentos desde los nueve. También había escrito una novela que se titulaba El campo, de unas cien hojas manuscritas. Cuando mandaba copias de mis cuentos, las revistas me rebotaban porque advertían mi letra infantil. Esto era lo que yo creía, con un ego a prueba de balas. Mi amigo Fernando Espinosa me recomendó la mecanografía. Le pedí prestada la Olivetti de su mamá. Ciechanover había anunciado un concurso literario. Pasé mi cuento cuidadosamente, con dos dedos. Lo mandé por correo, sin indicar la edad. Fue una sorpresa sacar el primer premio con El guante. Pero más sorpresa fue para ellos cuando me vieron en la premiación: era un gordito retacón. Un niño en un concurso de grandes. El segundo premio tenía unos 30 años; el tercero, 50. El acto se hizo en la Sociedad Fomento de Castelar; fui con mi hermana. A Fer le encantó que le hubiera ganado a todos esos viejos. El premio eran unos libros, un diploma y la publicación. El cuento era de terror: una mano que asesinaba a una mujer. Salió en el número cuatro de la Oeste. Hace poco Fernanda me lo mandó escaneado, y lo volví a leer. No está tan mal. Medio verdón, claro; pero tiene intuición y riesgo. Tal vez algún día lo publique en mi blog Milanesa con papas, como curiosidad. "Intuición y riesgo" son dos virtudes que me gustaría conservar para el futuro. Más que "oficio literario". Mucho más que "seguridad".
La nota completa en el suple tucu tucu.