24.8.10

LA APARENTE INGENUIDAD DE LOS AÑOS SESENTA / RADAR


¿Qué conocemos de los años ’60?

La performance y el happening. Un mundo de locura, con gente disfrazada, de grandes anteojos y plataformas. Un regusto a naïve, a cotillón, a cumpleaños infantil a pesar de los cursos de Oscar Masotta y los libros de Romero Brest. Un zoológico de personajes hippies que nacieron cool.

Nos quedan los nombres de las personas, de personas que aún viven, aunque todo parece haber pasado hace muuuuuucho tiempo; de actores que siguen produciendo obras como funciones de circo. Aunque sepamos menos de esas obras que de esas personas, que a veces son como rock stars.

Gente que sueña con triángulos.

Cuando los gugleamos, ellos están. Pero cuando buscamos sus objetos, son inhallables. Ya sea porque fueron sucesos que pasaron, o porque eran objetos tan raros, tan incómodos o tan superfluos que fueron imposibles de guardar, o alguien determinó que no valían la pena, y se perdieron en el tiempo.

¿Eso es todo?, nos preguntamos, antes de entrar a la muestra de Proa que ahora está en cartelera, Imán: New York. No, no es todo. ¿Lo que vamos a ver es una muestra retro, los restos de la fiesta? No, definitivamente, nos dice Rodrigo Alonso, su curador. O sí, si por retro pensamos en una reconstrucción. Pero no de un fin de fiesta, sino de un momento en el que el mundo de la política internacional le hizo el camino fácil al arte y le cambió las reglas.

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