21.1.10

FRKT 2010 / MEMORIA

1. CONCEPTO

Una de las imágenes más importantes de la Argentina, conocida en todo el mundo por su extensión inconmensurable, es la de la Pampa. Además tenemos un cielo de un azul tan intenso que es difícil de encontrar en otro lugar del planeta. Esa Pampa con ese cielo son el marco perfecto para representar al país. Una postal instalada en la memoria de los viajeros. Haciendo un ejercicio geométrico, si trasladamos ese paisaje sin rotar, desde Argentina hasta Alemania, nos queda al revés. O mejor dicho: como los europeos nos verían si simplemente hiciéramos un viaje para colocar el Pabellón como viene, sin rotación. La cita es el Globo Terráqueo dado vuelta por Mafalda, en la historieta de Quino. Al Pabellón entraremos pisando el cielo, con la Pampa boca abajo en el techo, y una escalera para subirse y tocarla, parados en puntas de pie.

Acompañamos este criterio de envolver el Pabellón con la Argentina con dos paneles laterales que aglutinan toda la información de los paisajes, monumentos, personajes, cultura y ciencia del país en la forma de gigantografías y videos.

Adentro de esa Argentina imaginaria se encuentra la escalera al cielo, que en nuestro caso es a la Pampa. Dicha escalera y una gran rampa de sesenta metros de longitud suben a una terraza para acercarse al techo. El espacio construido conforma el EDÍCULO DE LOS LIBROS, un recinto central que es como un relicario para guardar, exhibir y tocar todos los libros.

La idea del EDÍCULO surge de un cuadro de Antonello da Messina de 1474, “San Jerónimo en su estudio”, en el cual el santo lector se concentra en sus obras aislándose del gran espacio gótico a través de un pequeño recinto separado para leer. Este recinto es un ambiente resuelto con un mueble en el que apenas caben unas bibliotecas, una vela, cuadernos, plumas, un escritorio y una silla. El recinto, a su vez, está despegado del suelo como si fuera una nave, para poder facilitar el viaje de la lectura.

El recinto de San Jerónimo también contuvo un recorrido ascensional para poder acceder a sus libros prohibidos. La historia dice que por leer esos libros paganos lo echaron de la Iglesia. Nuestro espacio de los libros prohibidos forma, con los mismos libros, una montaña sobre la terraza del edículo. El lugar carece de bibliotecas: son simplemente libros prohibidos apilados, impresos en nuevas copias facsimilares que cualquiera puede tomar y llevarse a su casa para leer. La dimensión de esa montaña irá decreciendo a medida que las jornadas transcurran, debido a las extracciones ejercidas por los visitantes, y pueden ser repuestos con nuevos ejemplares guardados en los depósitos de bajo rampa. La dimensión del espacio reservado a la memoria se torna, así, mutante.

El EDÍCULO en su totalidad expone las diferentes instancias de pensamiento, factura y uso de un libro: elaboración (espacio de debate de los escritores, mesas redondas-auditorio), objetualidad (libros expuestos en bibliotecas y en la montaña) y lectura (escritorios para hojear ejemplares).

El concepto de la montaña de libros es el de una pira sin encender, imposible de ser prendida desde ahora y por siempre jamás.

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