Buenos Aires, 31 de agosto de 2009
Los espacios
La calle, el principal espacio urbano donde la vida cotidiana transcurre, fue testigo y escenario de persecuciones y desapariciones durante el terrorismo de Estado. El espacio público, sin embargo, no fue el único signado por el terror. Edificios y casas particulares, fábricas y colegios, así como también instituciones militares y comisarías dieron el marco donde se reprodujo el sistema de represión ilegal implementado por el propio Estado. Esos espacios quedaron marcados en las ciudades, los suburbios y el campo y adquirieron dimensiones y significados particulares a través del tiempo. Son huellas de una historia escrita en tiempo presente.
La acción repentina, violenta y premeditada de un asesinato o secuestro a plena luz del día, transmite un mensaje que permanece en el tiempo dejando un vacío como preludio de la desaparición. Este mensaje de terror sintetiza el método utilizado y garantiza su eficaz transmisión. Hoy muchos de esos lugares recuerdan vidas desaparecidas y desafían el miedo en cada baldosa, cada placa o cada árbol. Cuentan quiénes eran, qué edad tenían y qué pensaban.
Los sitios
Un programa de arquitectura con necesidades precisas creció en el interior de los edificios públicos, las escuelas o dependencias donde se desarrollaban actividades con aparente normalidad. Reconfiguró los espacios acondicionándolos como oscuras
escenografías adaptadas a cada edificio con las mismas secuencias y los mismos nombres: la “cucha” el “tubo”, la “leonera”, el “pañol”, etc. Reprodujo allí una maquinaria clandestina que bajo un orden estricto sometió a las víctimas a la pérdida gradual de sus identidades hasta la muerte en la oscuridad, el encierro y la tortura. Finalmente resguardó todo este procedimiento con el cumplimiento de estrictas medidas de seguridad.
Hace un tiempo corto, algunos de esos espacios que han sido centros clandestinos fueron desmantelados y hoy están vacíos. Ese vacío, que ya de por sí transmite con enorme poder, hoy nos interpela y nos desafía a pensar qué haremos con ellos. Distintos actores de nuestra sociedad se han acercado hace tiempo a estas preocupaciones y han desarrollado acciones concretas en estos espacios. En los primeros momentos procuraron identificar individualmente o en grupos a las víctimas y relatar quiénes fueron y por qué luchaban. Luego, en algunos de estos centros
clandestinos de detención comenzaron a plantearse su función como sitios de memoria. Espacios que actúan como disparadores y que permiten vincular su historia con los hechos del pasado reciente: un museo o un centro de interpretación dentro o fuera del espacio circundante del centro clandestino.
¿Por qué realizar estas jornadas?
Desde una baldosa hasta un centro clandestino o un museo, estos espacios presentan una realidad dinámica y compleja que está íntimamente ligada a los procesos de verdad y justicia. Cada uno cumple simultáneamente una función testimonial, de lugar de homenaje y reparación a las víctimas, así como también de memoria y transmisión a las nuevas generaciones. Por esta y muchas otras razones, la arquitectura no debe permanecer ajena a estos hechos que han marcado nuestro pasado y aun lo hacen en el presente. Indudablemente tiene un rol que debemos esforzarnos en definir. Se trata de afianzar, sostener y consolidar, sumándose a otras disciplinas, las acciones de memoria en las ciudades, en los sitios y en los edificios específicos.
Desde el año 2000 Memoria Abierta participa en algunas experiencias concretas en centros clandestinos y en espacios públicos de homenaje investigando, asesorando y trabajando en conjunto con los grupos que desarrollan su actividad en el sitio. Desde este corto pero intenso trabajo y, fundamentalmente, a partir de las experiencias de aquellos arquitectos que han intervenido y reflexionado en espacios para la memoria, es que planteamos esta jornada. El propósito es contribuir a un debate que permita avanzar en la integración de la arquitectura a esa búsqueda colectiva e interdisciplinaria donde su aporte pueda ir más allá de las propuestas creativas y las capacidades técnicas. Se trata, entre otras posibilidades, de comprender las experiencias sobre las transformaciones y significados de las memorias en disputa; de aportar percepciones sobre el tratamiento de estos espacios; de resolver sus complejidades programáticas; de optimizar y graduar las intervenciones a la evolución de cada sitio y a las
particularidades de estas construcciones colectivas; y de contribuir a los procesos de promoción, planificación y construcción del sitio y su entorno inmediato.
En resumen, la jornada Arquitectura y Memoria busca promover la reflexión sobre los usos posibles de estos espacios, tomando en cuenta la inquietante relación que guardan los lugares con las memorias de quienes por allí pasaron y con las de la sociedad en su conjunto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario