A unas treinta pulgadas de mi nariz está la frontera de mi persona, y todo el aire intacto que hay entre medio es mi privado
pagus solariego. Extraño, a menos que con ojos íntimos te haga yo señas fraternales, cuidado, no lo pases rudamente: que no tengo cañón, pero sí escupo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario