23.6.09

LOS PECES SOLUBLES / BRETÓN, ORTOLI Y PHARABOD

Un pez se mueve en un charco. El agua es tan barrosa que es imposible verlo. El pescador prueba suerte y, al cabo de cierto tiempo, el pez muerde la carnada. El pescador alza la caña y ve al pez suspendido en el extremo del hilo. Piensa, lógicamente, que antes de atraparlo el pez se movía por el charco en busca de alimento. Nunca se le ocurrirá pensar que antes de morder la carnada el pez no era más que una especie de potencialidad de pez que ocupara todo el volumen de agua barrosa.

Supongamos ahora que el charco esté representado por una caja vacía, con la excepción de un solitario electrón que sería el pez (también podría considerarse un protón o hasta un átomo). El dispositivo de pesca (caña, línea, anzuelo, carnada) simboliza una sonda introducida en la caja, sonda que de una manera u otra puede entrar en interacción con el electrón y producir una señal visible para un observador. Cuando aparezca la señal, el observador normalmente constituido llegará a la conclusión de que el electrón que antes se movía por adentro de la caja encontró finalmente la sonda . Y estará equivocado. Antes de entrar en interacción, el electrón ocupaba toda la caja con una probabilidad más o menos grande de ser detectado en este o en aquel lugar. Como si antes de morder la carnada el pez ocupara todo el charco, con lugares en los que estuviera más diluído y otros lugares en los que estuviera más concentrado. Semejante pez cuántico, que sólo se hace concreto cuando es pescado, no corresponde a nada de lo que estamos acostumbrados a observar.

"El cántico de la cuántica", editorial Gedisa.

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