10.4.09

UNA CURVA LLENA DE BELLEZA / MARY Mc CARTHY


El puente de Ammannati, el más bello de Florencia, quizás el más bello del mundo, fue destruido por los alemanes en la última guerra y se ha vuelto a construir, tal como era. Los reconstructores, trabajando a partir de fotografías y de los planos de Ammannati, se dieron cuenta de un misterio vinculado con la amplia curva, airosa y serpenteante, de los tres arcos –el rasgo más exquisito del esbelto puente– que no se ajusta a ninguna línea o figura geométrica y que parece haber sido dibujada de un solo trazo por un genio del dibujo lineal que Ammannati no era. La especulación sobre el enigma de la curva se extendió por toda la ciudad entre profesores y críticos de arte. Algunos decían que era una curva catenaria, es decir, dibujada a partir de la curvatura o suspensión de una cadena; otros opinaban que podía haber sido modelada sobre la curva de la caja de un violín. Pero justo antes de la apertura del puente, una nueva teoría fue elaborada y demostrada con fotografías en el periódico de manera muy convincente; esta teoría atribuye el plano del puente a Miguel Angel, al que Cosimo I consultaba a través de Vasari durante este período. El origen de la curva se encontró donde nadie había pensado en ir a buscarlo: en las tumbas de los Médici, en los sarcófagos que sostienen las figuras de la Noche y el Día, el Crepúsculo y la Aurora. Así pues, si este argumento es correcto (y ha sido ampliamente aceptado), un detalle de una obra escultórica, creada para la glorificación de una familia de déspotas en su capilla privada, se trasladó al aire libre y se convirtió en propiedad de todo el pueblo florentino. La escultura volvía a la arquitectura, como una planta vuelve a su forma, y una curva llena de belleza, que se repite tres veces y que era tan misteriosa en su origen último como si procediera de un dios y no del tablero de dibujo de un arquitecto, es la que sostiene hoy el tránsito de la ciudad.

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