29.4.09

ORIOL BOHIGAS / RECONSIDERACIÓN MORAL DE LA ARQUITECTURA Y LA CIUDAD

Cuando me preguntan cómo será la ciudad del futuro -una pregunta inútil y, sobre todo, demasiado frívola cuando se incluye en las entrevistas periodísticas-, casi siempre contesto que será más o menos como la de ahora aunque con reformas y mejoras concretas, porque no puede ser muy diferente. Ser ciudad implica unas condiciones que permanecen y permanecerán a través de la historia. Lo que puede pasar -y seguramente pasará- es que haya otras clases de asentamientos humanos y que incluso las ciudades desaparezcan en un cataclismo de desorden social. Sin embargo, esos nuevos asentamientos, si no son muy parecidos a los tradicionales, no serán ciudad, y los problemas, los conceptos y los imaginarios serán muy distintos.

Ahora bien, para que ese grupo funcione con naturalidad, hay que añadirle otra artificialidad, un espacio -una forma y una estructura- pensado y diseñado, construido con el propósito de favorecer la estabilidad -o la vitalidad transformadora- del sistema. La arquitectura y el urbanismo son instrumentos -no los únicos, pero evidentemente fundamentales- para la construcción de ese espacio colaborador y sugerente que tiene que participar en la creación de lo que llamamos urbanidad. Hay que preguntarse cuáles son los elementos esenciales que desde la arquitectura y el urbanismo han de apoyar esa estructura social, esa urbanidad. La respuesta sólo la va dando la experiencia, siempre tan diversificada en el tiempo y en el espacio, pero una primera aproximación sería afirmar, en términos muy generales y quizá poco definidos, tres elementos fundamentales en la definición formal de la ciudad, todos ellos relacionados al mismo tiempo con el ámbito físico y el contenido social: la superposición de funciones; la compacidad espacial y la legibilidad de los itinerarios y elementos significativos. Sin conflicto funcional, sin compacidad y sin legibilidad es muy difícil que una ciudad favorezca -o permita- los valores individuales y colectivos que le hemos atribuido, desde la oferta de información hasta la creación de nuevas identidades colectivas.

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