16.12.08

SUS OJOS SE CERRARON / LIGEIA X NIL

Ligeia es la amada que vuelve.

Pobrecito este Poe que cuenta la historia en primera persona: se le mueren dos minas. A la morocha, Lady Ligeia, la quería mucho, aunque no le conocía el apellido. La conocía de contemplarla como a un paisaje y de escucharla tanto. Y sabemos que la acariciaba, y que se la garchó. Era algo así como su esposa, habla con ella de todos los saberes posibles de este mundo, comparte el lecho matrimonial con entusiasmo, pero jamás le ha preguntado su apellido. Le habrá resultado un detalle traído por los pelos.

Ligeia es tan blanca que a veces es transparente.

Cuando ella está muy enferma, le insiste a Poe para que le recite algo horrible, en lugar de pedirle palabras de aliento a la existencia. Él lo hace con gusto. En el deprimente poema, los ángeles terminan ponderando al Vencedor Gusano. Ligeia y Poe son entusiastas de las necrológicas. Se divierten en criptas jugando con huesitos. A ella le han hecho tan bien esas palabras finales que no duda en preguntarse si no se podrá vencer, alguna vez, a la pelada. Después se muere.

Pero la muerte para Ligeia no es definitiva.

Poe llora, Poe está desesperado, Poe se va a vivir a una abadía que compró con guita de la muerta. Y se casa de nuevo, esta vez con una rubia de tremendo apellido: Rowena Trevanion de Tremaine. Digamos que tiene apellido por las dos, por ella y por Ligeia. La cámara nupcial es gore: hay ataúdes, cortinas pesadillescas que se mueven solas, ruidos de ultratumba. Poe se rasca un poco las pulgas acerca de la decoración excesiva, pero sabemos que la ha preparado bien. Eso lo excita. Aunque a la rubia la deprime el terror. Entonces se bajonea y también se le muere. La rubita habría preferido escuchar poemas de amor.

Con el cadáver de Rowena en el cuarto, Poe sigue extrañando a Ligeia.

¡Cómo somos los hombres! Uno está con la nueva pero para exitarse se acuerda de la anterior. No importa si la nueva es más linda o más fea, más inteligente o más tonta; los hombres hacemos el amor con el pasado. Está lleno de casos en que las segundas esposas se parecen a las primeras, a veces tanto que diríamos que la resucitó de alguna parte. Que el tipo cavó en el ayer y la trajo.

Afortunado este Poe al que la muerte le devolvió una novia. Aunque se la devuelva desde el cuerpo de otra, durante el mismísimo velorio de la otra. Aunque pueda haber venido del más allá con vicios nuevos, extrañas costumbres en las que el cuento no reparará. Aunque en la trasposición de cuerpos hubiera incorporado genes de doble apellido a su simpleza nominal. Para nosotros, a los que nos gustan las cosas turbias, Poe es y será afortunado. Coge con una muerta que está viva y que regresó por él, para él. Imagino la primera pregunta que le hubiera hecho Cortázar, al verla otra vez de pie:

- ¿Cómo es, Lige?

A Poe le gustan las minitas bizarras, fantasmales, reencarnadas, con un poco de olor a momia, desnudas debajo de las vendas, adentro de cuartos sepulcrales que a cualquiera le meterían miedo.

Como un Gardel lóbrego, puede cantarle su mejor tango a la vera de las seis manijas.

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