12.12.08

MILANESA DE HORMIGÓN / ESCRITO EN LA MEMORIA


¿Qué recuerdan los monumentos a la memoria? Por ejemplo, la madre que llora mientras sostiene entre sus brazos a un hijo muerto. O la casita dada vuelta que está en el parque vecino a la Ciudad Universitaria. O el soldado con el pecho abierto de la estatua a los caídos por Malvinas, que vi por el centro. ¿Qué tipo de preocupación pueden instalar en el imaginario colectivo cuando ellas mismas son trágicas en su decodificación, patéticas y absurdas? ¿De qué modo tienen que graficar la tragedia los espacios adonde hubo genocidio por parte del Estado? ¿De manera figurativa, abstracta, simbólica? ¿La representación ingenua o literal de escenas del pasado sirve de algo? ¿Qué hay que hacer cuando se termina una guerra para recordar a los caídos? ¿Y si la guerra no fue guerra sino una matanza a manos del poder?
Muchas preguntas, muchos errores, pocas respuestas.

Jochen Gerz es un artista conceptual especializado en el horror de la guerra. Nacido en Berlín en 1940, vive en París desde 1966. En diciembre de 2004 visitó la Argentina invitado por el Malba, y solamente lo vimos veintipocas personas. Allí dijo cosas como que “el pasado político es el presente político” y “un pasado que no se volvió historia, porque hay un obstáculo que le impide hacerlo, está en caos”. Y el caos siempre es molesto para el crecimiento de una nación. Gerz define su trabajo artístico como “una participación para hacer público un secreto que cambiará el presente”. Ese secreto es el pasado oculto por un Estado. Gerz está convencido de algo: “El presente se libera cuando el pasado sale a la luz”.
¿Qué hace Gerz cuando le encargan un monumento para la memoria? Piensa. No retrata a nadie. No hace ningún plano. No modela en arcilla. A lo sumo manda faxes y relaciona gente con oficinas de gobierno. Y al final hace algo que no se ve, que nadie ve. Gerz cree que, por lo general, los monumentos para la memoria son mandados a hacer para que la gente se olvide del asunto. Para que esa madre que sostiene a su hijo muerto y el soldado baleado les digan: “Eh, ciudadanos, no piensen más en este problema; el recuerdo es nuestro trabajo”.
Gerz hace monumentos, pero odia los monumentos.

Sigue en RADAR, Página 12.

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