
Después de esa primera vez torpe y rápida, la mira del hombre universal alza la apuesta en la cantidad. Ahora querremos estar con dos, como en el rock, y no pararemos hasta conseguir el objetivo. Si fuera posible, una rubia y una morocha, y sin pagar. Pagándoles no tiene gracia. La fiesta tardará en llegar o no llegará nunca; el objetivo es difícil y las chichis parecen no comprenderlo.
No por nada el ángel de Barbarella salva una rubia y una morocha del fin del mundo, y se las lleva colgando a una de cada brazo. No sé si el diálogo que tienen es el que yo recuerdo, pero me parece que la morocha le increpa que haya salvado a la otra, y le dice “ahora me darás la espalda”. A lo que el tipo contesta: “los ángeles no tenemos espalda”. Pasar por intelectual citando la película de Roger Vadim tampoco ayuda a convencer al mal llamado sexo débil... (seguir leyendo en el cuerpo del diario)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario