“Diré que además de la mayor o menor destreza que revelan las obras aquí expuestas, de la afinidad que el observador encuentre en su diálogo con ellas, hay un rasgo que las hace congruentes y que personalmente percibo en mi condición de colega de los autores: es la profesión de fe que comportan en su calidad de anticipos, promesas, fantasiosas ilusiones de un espacio a realizar después.
Cada uno revela en su caligrafía la carga expresiva que hay detrás de los trazos, el nervio vangoghiano o la calma renacentista, el rigor de la disciplina tectónica o la fantasía formal de un espacio soñado y todavía brumoso, o brillantemente iluminado.
Esto diferencia de manera nítida al dibujo en general del dibujo de los arquitectos. La inequívoca vocación de instrumento y no de fin en sí mismo, de vehículo para llegar al espacio que está en gestación y que esperamos dar a luz.”
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