- Me pica la cabeza.
- A lo mejor tenés un piojo.
- ¿Y de dónde voy a tener uno?
- De mí. O de Sofi. Las dos tenemos el pelo largo. Ella viene llena de piojos, del colegio. Hoy le saqué como ocho con el peine fino.
- Qué mierda. Traé el peine fino, a ver.
Laura fue hasta el baño. Su hija me miraba como quien mira al enemigo.
- Pasameló.
A la primera rastrillada salió uno. Gordo, negro, brillante.
- ¿Ves? – dijo Laura, y me lo volvió a poner en la cabeza.
- ¿Qué hacés, boluda?
Sofía no podía parar de reírse y rascarse.
- Así parecemos una familia – dijo Laura.
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