23.8.06

DAS SITZMÖBEL / ADOLF LOOS

¿Son bellos los sillones de la habitación Wagner? Para mi, no, porque en ellos me siento mal. Así le debe ocurrir también a toda la otra gente. Sin embargo, es muy posible que Otto Wagner pueda descansar muy bien en esos sillones. Para su dormitorio, o sea el espacio en el que no se reciben visitas, son bellos, suponiendo que él se sienta cómodo. Son como sillas griegas. Aunque en el curso de los milenios, la técnica de sentarse y descansar ha sufrido considerables cambios. El proceso nunca se ha detenido. En cada pueblo y en cada tiempo es diferente. Posturas que, para nosotros, serían muy fatigosas, pensemos por un momento en los orientales, a otras personas pueden servirles para descansar.
Actualmente, no solo se exige de un sillón que pueda descansarse bien en él, sino que pueda descansarse “deprisa”. “Time is money”. Por eso, el descansar se tenía que especializar. Después de un trabajo intelectual habrá que descansar en posición distinta que después de un movimiento al aire libre. Después de hacer gimnasia, de otro modo que después de andar a caballo, después de ir en bicicleta, de manera distinta que después de remar. Incluso cada grado de fatiga requiere una técnica distinta de descanso. Sucederá que, para acelerar el descanso mediante variedad de asientos, se usarán uno tras otro, con diferentes posturas del cuerpo. ¿No ha sentido nunca la necesidad, especialmente al estar muy cansado, de colgar un pie sobre el brazo del sillón? En realidad, es una posición incómoda pero, a veces, un verdadero alivio. En América uno puede conseguir siempre este alivio, ya que allí ninguna persona considera poco fino sentarse cómodamente, o sea el descanso rápido. Allí también puede uno descansar sus pies incluso encima de una mesa, si ésta no es para comer. Pero aquí en Viena, la comodidad del prójimo se encuentra algo ofensiva. Todavía hay personas que pueden irritarse cuando uno pone los pies sobre el asiento de enfrente en un compartimento de tren, o se acuesta en él.
Los ingleses y americanos, que están libres de pensamientos tan ínfimos, son por eso unos verdaderos virtuosos del descanso. En el transcurso de este siglo han encontrado más tipos de sillón que todo el mundo, incluidos todos los pueblos desde su existencia. De acuerdo con el principio de que cada tipo de cansancio exige un sillón diferente, la habitación inglesa jamás muestra un mismo tipo de sillón. Toda clase de asientos está representada en la misma habitación. Cada cual puede elegir el asiento que más le convenga. Una excepción la constituyen los espacios que se utilizan solo de cuando en cuando y por toda la gente para un mismo fin: el salón de baile y el comedor. Sin embargo, el estudio de arquitectura, nuestro salón, de conformidad con su función presenta sillones ligeros, es decir, fácilmente transportables. Tampoco con estos para el descanso, sino para ofrecer asiento en una conversación ligera y animada. En sillones pequeños y caprichosos se charla mejor que sentado en el sillón del abuelo. Por esto, también tales sillones –que pudieron verse el año pasado en la exposición de Navidad que organizó von Scala en el Museo Austríaco- están construidos por los ingleses. Los vieneses, que desconocían su función o quizás tenían echado el ojo a un sillón patentado para todas las eventualidades del sentarse, lo denominaron no-práctico.
En general, hay que andarse con cuidado con la palabra no-práctico.

(Extractado del Neue Freie Presse, del 19 de junio de 1898, en ocasión de comentar la exposición de Interieurs en la Rotonda, una especie de Casa Foa europea, para el suplemento de moda de la época)

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