30.11.05

BRECHT / TIEMPO DE MI RIQUEZA

Durante siete semanas de mi vida fui un hombre rico.
Con las ganancias de una obra de teatro adquirí
una casa en medio de un parque. La contemplé
más tiempo del que viví en ella. A diferentes horas del día
y de la noche solía pasar por delante, para ver cómo se alzaban
los viejos árboles sobre el césped en los amaneceres
y el estanque con sus carpas musgosas de mañana, bajo la lluvia;
o mirar las enredaderas a pleno sol del mediodía
y los rododendros blancos al atardecer, después de las campanadas vespertinas.
Luego me instalé en ella con mis amigos. Mi auto
quedaba estacionado bajo los pinos. Miramos a nuestro alrededor:
por ningún lado
veíamos los límites de ese jardín; todo, las lomas de césped
y los grupos de árboles impedían ver las cercas.
También la casa era hermosa. La escalera de madera fina trabajada
con pericia,
los escalones bajos y la baranda armónica. Los cuartos blancos
con pizarra de madera en los cielorrasos. Poderosas estufas
de delicado diseño lucían imágenes en relieve: campesinos.
Puertas sólidas conducían a galerías frescas
con bancos y mesas de roble. Los picaportes de hierro
no habían sido elegidos porque sí, y las baldosas de piedra que rodeaban la edificación
se veían pulidas y hundidas por las pisadas de habitantes anteriores.
¡Cuántas medidas armoniosas! ¡Cada ambiente distinto,
uno mejor que el otro! ¡Y qué cambiantes eran a diferentes
horas del día!
Las transformaciones con las estaciones del año, sin duda deliciosas, no llegamos a experimentarlas porque
después de siete semanas de auténtica riqueza, abandonamos la propiedad.
Muy pronto también pasamos la frontera, huyendo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario