24.8.05

PARTE DE MI DISCURSO DEL CHACO

"Leer sirve para todo. Tengo más simpatía, tal vez, por los libros que por la literatura. Que recuerde, menos amar, todo lo que sé lo he aprendido de libros. Y tengo una afición – fascinación particular por aquellos que, sin la total necesidad de estar perfectamente escritos, sus autores hicieron un esfuerzo desmedido, adicional, literario, por hacerme entender lo que querían decirme.

Uno de mis libros favoritos, a la hora de ilustrar este ejemplo, es “La dieta médica Scardale”. El que lo termine, sentirá la absoluta, irrenunciable necesidad de SER UN SOLDADO ESCARDAL. Está escrito para las multitudes, pero le hace sentir al lector que fue hecho sólo para él. Otro es Cómo ganar amigos, de Dale Carnegie. Son libros que casi, casi, son adaptaciones. Adaptación de una dieta y de un curso lleno de datos ambiguos, comerciales. No sólo explican lo que deben, sino que, además, lo hacen interesante y ameno. No digo que sean libros que sirvan. A mi no me sirvieron; está a la vista. Aunque parezca fácil, COMUNICAR DE MANERA SENCILLA ALGO COMPLICADO es lo más difícil de la experiencia de la escritura. Si no me creen, prueben. Cuéntenle a un ciego cómo es el color rojo.

En no ficción lo hace Elsa Canestro en su colección de experimentos de física, lo hace Froid en lo siniestro y en el significado de los sueños, lo hace Chueca Goitía en Breve historia del urbanismo, lo hace Arneheim en Arte y percepción visual y no lo sabe hacer en El quiebre y la estructura; lo hace Sontag en Sobre la fotografía; Barthes en La cámara lúcida; Foucault en Vigilar y Castigar y nunca, nunca, nunca en Historia de la sexualidad; Truffaut en El cine según Hitchcok; Shopennahuer en El arte de buen vivir; Ensenszberger en El diablo de los números; Oliver Saks en El hombre que confundió a su mujer con un sombrero; Tabarovsky en Literatura de izquierda; Dawkins en El gen egoísta; el ingeniero Dunne en Un experimento con el tiempo; Arthur Clarke en La exploración del espacio; Gabriel Gellon en El huevo y la gallina; Daniel Link en Cómo se lee y otras intervenciones críticas; Malba Tahan en El hombre que calculaba; Eco en Cómo se hace una tesis; Joyce Carol Oates en Del boxeo; Víctor Murgia y Alejandra Rodríguez en Formas de mirar, Stephen King en Mientras escribo y Diego Golombek y Díaz en ADN, 50 años no es nada.

Son todas lúcidas interpretaciones de mundos cerrados destinadas a mandar un mensaje a nuestro mundo, el de todos, y el mensaje puede ser de arquitectura, sociología, heurística, filosofía, cocina, genética. No importa. Explican lo inextricable con excelencia. Conceptos difíciles con palabras comunes.

En ficción, y por nombrar sólo a gente de mi generación, podría dar una lista alternativa de historias maravillosas, de textos que me entretuvieron y me dieron felicidad. De Martínez, el cuento Infierno grande y la novela Acerca de Roderer; de Oliverio Coelho, Los invertebrables; de Guebel, Los elementales; de Piro, Versiones del Niágara; de Bernatek, varios de sus cuentos; de Andahazi, El anatomista; de Accame, Venecia y Cumbia; de Chernov, Anatomía humana y Amores brutales; de Fresán, Historia argentina; de Forn, Nadar de noche; de González Amer, Danza de los torturados y El probador de muñecas; de Caruso, Brüll; de Schewlin el cuento Matar un perro; de Andrea Maturana (Chile), los cuentos eróticos de Desencuentros desesperados; de Sergio Gómez (Chile), cualquiera de sus cuentos de deportes; de Andrés Gómez (Chile), el cuento La casaca verde del Che; de Martín Rejman, Velcro y yo; de Kazumi Stahl, Catástrofes naturales; de Birmajer, Fábulas salvajes; de De Santis, La sexta lámpara; de Tabarovsky, Fotos movidas; de Ponsowy, Enemigos afuera; de Cucurto, La máquina de hacer paraguayitos; de Savedra, El velador; de Becerra, Santo; de Ramos, El origen de la tristeza; de Suárez, Rata paseandera; de Brizuela, El placer de la cautiva; de Fernanda García Curten, La noche desde afuera; de Fasce, La felicidad de las mujeres; de Varsavsky, Nadie alzaba la voz; de Bizzio, Paraguay, Gran Salón con Piano y Mínimo Figurado.

Seguro que me olvido de alguien, pero los que están, están."

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