22.8.05

CRONICA MÍSTICA DE UN CONGRESO EN EL CHACO

Fue en Resistencia, lo dirigió Mempo Giardinelli, es el décimo que hace y hubo un montón de gente. Público: 500 personas que… ¡pagaban por vernos! Rarísimo. Acá no funciona ni que les pagues vos.
Mempo hace los congresos para fomentar la lectura. Fuimos allí con el equipo técnico de Milanesa, vestidos de celeste, a bendecir los recintos y constatar el milagro de tanto espectador. Lo dicho: es verdad. Aunque monseñor Arancibia no pudo bendecir nada porque en la primera cena se tomó entero el litro de agua bendita que llevábamos y kaputt, se tuvo que volver con una diarrea padre. Menos mal, porque en el cuarto del hotel había sólo tres camas. En una dormí yo, en otra Bucay, que ronca como un oso y se tira unos pedos horrendos; en la última durmieron Claudio y Osho, que se hicieron amigos. Con los pies de uno para el lado de la cabeza del otro, al estilo Necochea. Paúlo no durmió un sólo instante; se la pasó en la mesita escribiendo la continuación de “El Alquimista”, en un ataque de inspiración que le duró los tres días. Dijo que le pondrá de título “El Anatomista”. Le dije que ya había un título así. A media tarde del jueves lo llamó Pigli para ver cómo iba, y le recomendó que le cambiara una letra al título, total nadie se iba a dar cuenta y dentro de todo Andahazi es joven, tiene muchos libros por escribir, seguro que no le importa.
Me tocó dar la conferencia con Guillermo, que venía fresco en su vuelo jet de primera. Leyó el primer artículo de su último libro, que es muy bueno. En mitad de la lectura emitió una columna de humo por la boca y dijo:

“VOLVERÁN LOS COMMENTS A MILANESA”.

Lo catalogué como presagio; pero no había nadie para constatarlo.
Yo leí el clásico “dos egos”, un poco reformado para la ocasión. Publicaré los párrafos correspondientes a la reforma. También había, en la mesa, un mexicano de esos que cuentan cuentos. Completó la noche Ana Padovani, otra cuenta cuentos. A mí mucho no me cabe eso de andar contando oralmente cuentos que están escritos, en lugar de leerlos. Me parece un reverendo asquito. Pero nos bancamos el chou y después nos fuimos a morfar. Bucay se comió todo, y tomó tres botellas de vino. Volvió borracho al hotel y se tragó el blindex de la entrada, por lo que lo tuvieron que internar de urgencia. Claudio se pasó a su cama argumentando que los pies de Osho huelen horriblemente; no te salva ni la Madre María, ni la Puta Meditación Trascendental, dijo.
Angélica Gorodischer, en el desayuno, recitó este hermoso poema:

“Un rengo, de parado, se cogía
a una mina fulera que tenía.
Y por culpa de su pierna malhadada
manchaba el pantalón con la vaciada.

Moraleja: El que mal anda, mal acaba.”

De inmediato quedó contratada como “mi tía”, por lo que pasamos a tener una relación familiar. Salí a mi segundo evento, que era en el colegio CEP Nro 11 “Lino Torres”. Coordinaba el profesor de letras Miguel Szabó, recopado. Ojalá uno hubiera tenido profesores así. Presenté el clásico “Marvin X 2”, cuento y película. Se destacaron por sus preguntas inteligentes los estudiantes Noelia Moreira, Laura Ranea, Jessica Benítez y Daniel Azula. Un periodista del “Norte” me sacó una foto mientras hablaba; en el diario parezco un evangelista con la Biblia de Don Marcos Aguinis en la mano. Debe ser por el aura del Taller Místico. A la salida pasé por la feria (no del libro)y compré dulce de alcayota (o alcoyana, no me acuerdo bien) y de lima. El resto del día me rajé del Congreso y fui a conocer Corrientes, a un paso de remís cruzando un puente. Me encontré con una ciudad maravillosa, de cuatrocientos años de antigüedad, perfectamente conservada y con un paseo costero que bien quisiéramos nosotros. Tilos en flor. Volví a la noche para la cena y la tertulia literaria.
El poeta chileno Jorge Montenegro leyó lo siguiente:

“UTOPÍA:
Soñé que los niños cantaban en los micros por amor al arte”

Se llevó mi aplauso.
Después fuimos a comer unos choripanes a una librería. Me manché la remera celeste con grasa y una chicas me ayudaron a limpiarla. La mancha mojada me dio frío. Mario Golobof tenía un pulóver de más. Se lo pedí y no me lo prestó. Argumentó que se lo iba a manchar. Entonces, el equipo de Milanesa lo maldijo. No les extrañe que Mario ya no publique ningún libro en el futuro. Para deshacer la maldición deberá ir en procesión, arrodillado, del Chaco a La Plata, sin repetir y sin soplar, acompañado por nuestro Premio Odol Pregunta Místico. Ya saben los que no sean solidarios con nosotros o dejen mensajes jevis, cuando los comments vuelvan a florecer en la semana entrante.
Angélica Gorodicher, o mejor dicho mi tía, repartió tarjetas personales… ¡DORADAS! Uau. De oro.
El sábado a la mañana fue el cierre. Paúlo terminó su novela y agradeció al público presente, aunque no había hecho nada. La novela se titulará “El Anatemista”. Nuestro equipo donó las lágrimas de Aira a unos chicos indigentes, para que jueguen a la bolita. Nos tomamos un avión de vuelta y fin.
Puta, dejamos a Bucay.

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