14.7.05

ALEJANDRO GÜERRI / PODEMOS LLAMARLO UN DÍA

En ese hijo está la fe: ciega. No respira
ni se mueve pero es una promesa de amor
perdido. Un animal se orienta por olfato,
come las sobras, no se queja. Un animal
quise hacerte, algo con dientes y uñas. No sé
convertir lo que toco, no puedo mejorar
la especie. Los tambores baten su esfera
de ruido, pellejo sobre pellejo. ¿Una selva
para criar a tu hijo? ¿Una comunidad
de monos? ¿En qué pensás que pienso?
Ninguno de los dos halla acomodo
entre las hojas. En la almohada áspera
de hojas, nos tocó esta suerte.
Este deseo.

1 comentario:

  1. ¿Ve? Ahora puedo decir qué bueno me pareció este poema.

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