Y lo lamento mucho, porque la mayoría de ellos – casi todos- me hacían reír, o me gustaban. Estaba bueno esto de cambiar figuritas con los que pasaban por aquí. Pero un par de tipos lo echaron todo a perder con comentarios fuera de lugar. No es que no me banque la crítica; adoro la crítica, es casi lo único que me hace progresar. Pero mi blog pasó a ser, de la noche a la mañana, un lugar para insultarse o agarrarse a trompadas. Y nada más lejano a mi idea de meterme aquí. Quiero: divertirme, relacionarme, pasarla bien, opinar y escribir un poco, con humor, para despuntar el vicio. Leer sin prejuicios lo que hacen los demás. Es la pura verdad: tengo una pila de cosas más importantes que hacer que andar peleándome con desconocidos. Así que seguí el consejo de Wimbledon de DESFORIZAR el diario, a pesar mío. Voy a extrañar a los que me daban indicaciones certeras para manejarme aquí adentro, al chico que me dijo que le había gustado mi cuento, a los que me cargaron por lo de Bizzio, a los que celebraron conmigo el día del escritor, a la chica que dijo que me amaba, a la que decidió ir a donar su sangre para el Sapo, a todos los comentarios inteligentes y creativos, sin agresión gratuita, que tuve.
DEFINITIVAMENTE: VOY A EXTRAÑAR LOS COMMENTS.
Un abrazo con toda mi ternura.
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