6.11.14

DDUM 122 / UNA EXPLICACIÓN SOBRE EL MONUMENTO A LA SHOÁ DEDICADA A LOS SOBREVIVIENTES

El registro del monumento es poético, no testimonial. Todas las matanzas orquestadas por el Estado estuvieron montadas sobre una idea negativa de la diferencia. Todas las personas somos diferentes y todas las culturas lo son entre sí. Pero cada vez que hubo una masacre, se necesitó "construir" a un diferente amenazante para después poder culparlo de todos los males y eliminarlo como símbolo: si se elimina al diferente, se está eliminando "el mal".
Es por eso que el monumento busca, deliberadamente, trabajar sobre la idea de "no diferencia": Si bien el pueblo judío tiene -como todos- una infinidad de rasgos que lo identifican, a nosotros nos pareció más interesante y reparador buscar en este caso los puntos de unión que hay entre las víctimas de la Shoá y la comunidad internacional que las aloja.
En términos políticos el dolor tiene categorías: no es lo mismo una sola
muerte que una masacre, y no es lo mismo una masacre hecha por particulares que una llevada a cabo por el Estado. Pero en términos de intimidad, el dolor no tiene categorías: una madre que pierde a su hijo en un campo de concentración sufre tanto como una que lo pierde en un robo o en Cromañón. La ausencia -y el dolor producido por la ausencia- es universal. Por lo tanto nos pareció que debía estar representada por símbolos universales.
¿Por qué una zapatilla, un vestidito, un metegol? Porque son detalles y porque -lo dijo Mies Van der Rohe- Dios está en los detalles. La ausencia de un vestidito es la ausencia del Todo. La ausencia de esa infinidad de elementos que nos conforman como seres culturales, es la ausencia de toda una cultura.
¿Por qué no un candelabro o una kipá? Porque queremos que todos los que vean el monumento sientan que ese monumento también habla de ellos. Que la gente lo sienta con el cuerpo y ya no con la razón, la hermandad en el dolor con el pueblo judío. El monumento es un registro poético que no invita tanto a la memoria como a la empatía, a la identificación, al hermanamiento en el dolor.
Lo otro (lo documental) ya está hecho. Aparece en todos los museos de la Shoá del mundo, en los libros de historia, en las fotos. Por eso sentimos el deseo y el deber de iluminar una faceta nueva dentro de un relato que ya parece haber sido iluminado de todas las formas posibles.

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