"- Yo no sé –exclamé sin voz-, realmente no sé. Si no viene
nadie, nadie viene. No hice mal a nadie, nadie me hizo mal, y sin embargo nadie
quiere ayudarme. Absolutamente nadie. Y sin embargo no es así. Simplemente, nadie
me ayuda; si no, absolutamente nadie me gustaría. Me gustaría mucho -¿por qué
no?- hacer una excursión con un grupo de absolutamente nadie. Naturalmente, a
la montaña; ¿adónde, si no? ¡Cómo se apiñan esos brazos extendidos y
entrelazados, todos esos pies con sus innumerables pasitos! Por supuesto, todos
están vestidos de etiqueta. Vamos tan contentos, el viento se cuela por los
intersticios del grupo y de nuestros cuerpos. En la montaña nuestras gargantas
se sienten libres. Es asombroso que no cantemos."
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