"¿Puede haber una dicotomía entre salvar vidas o que la economía no siga cayendo? Sí, se puede, como dirían algunos. El poder económico tiró el ultimátum de retomar la normalidad cuanto antes. Está perdiendo muchos negocios, claro. Así lo hizo saber desde sus voceros instalados en los principales medios. El tema es que no hay “normalidad”. Hay miles de muertos acá y allá. Acá, en realidad, muchos menos, por las medidas que tomó Alberto Fernández –quien, en estos tiempos tan raros, está ganando la aceptación de los anti K, un oxímoron ideológico del que habría que hablar en algún momento-. Por eso quizá el Presidente, en su respuesta menos esperada en la entrevista con la funcionaria Rosario Lufrano, dijo que “se está evaluando” el estirar la cuarentena. No lo confirmó. ¿Por presión de estos mismos grupos, o para sorprender con el anuncio, y ahorrarse así algunos días de críticas? Se va a saber en forma inminente. Fue Trump quien quiso ignorar al coronavirus, y ahora que tiene más infectados que China, retrocedió 6 casilleros y hasta tuvo que conceder un subsidio de 1000 dólares por persona. Fue Boris Johnson, su correlato británico, quien amagó con seguir como si nada y, vaya ironía fulminante, terminó contagiado. Al igual que el Príncipe Carlos, rey heredero. En el horizonte negrísimo aparecen Italia y España, con unos 800 muertos diarios. Argentina hasta este viernes a la noche tiene 17 muertos y 690 infectados –sí, claro, pueden ser muchos más- mientras que Brasil tiene 92 muertos, con 3417 infectados. Lo curioso es que muchos incautos hacen propia esa necesidad de retomar el trabajo. “Si la economía sigue cayendo, vamos a morir más de hambre que por contagio”, advierten. ¿Y si el Estado echa mano del capital financiero, ese que nunca pierde, para solventar este momento tan excepcional? ¿Es mucho pedir? ¿No estamos listos para dar esa batalla? ¿Si no es ahora, cuándo, en momentos en que salir a la calle significa poder morir a los pocos días, con los pulmones infectados? Parafraseando temerariamente a Gramsci, la clase dominante es tal, cuando hace que los demás interpreten los intereses de ella como los propios. No caigamos en eso. Entre economía y salud, es la salud."
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