A partir de allí abundan las situaciones descabelladas (algunas muy divertidas como las protagonizadas por Berto y su romántico vecino hindú) que entre giros inesperados y buenas dosis de suspenso dejan entrever un siniestro plan de infiltración extraterrestre. Pero ni la trama, que en cierto momento bordea la ciencia ficción, ni el resto de los personajes terminan de revelar sus verdaderas intenciones.
Esta nueva novela de Gustavo Nielsen, («El amor enfermo», «Marvin») se circunscribe, casi exclusivamente, al regodeo en el horror del que hace gala el protagonista una vez que se libera de su convencional civilidad. Berto vive en Palermo, usa buenos trajes, y se desempeña como contador de una importante empresa, pero -al igual que el protagonista de «American Psycho», de Bret Easton Ellis, es capaz de cometer los peores vejámenes. Novedad que descubre súbitamente y sin culpa. Lo único que teme es que alguien se haya infiltrado dentro de él y lo esté empujando «a pasarse de la raya». La furia psicópata de Berto es narrada con detalles muy escabrosos, pero en un tono burlón y de cruel comicidad que obviamente busca incomodar al lector o al menos demostrarle que todos estos desmanes, tal vez no estén tan lejos de su propia fantasía.
El hecho de tomar por víctima a un niño diez años es todo un acto de provocación (por más que éste termine siendo inmune a los abusos de su agresor por su naturaleza extraterrestre) y recuerda inevitablemente a la estética feísta de Osvaldo Lamborghini (en especial a su famoso relato «El niño proletario»). Aplicando un inesperado giro a la conocida aseveración de Theodor Adorno: «No puede haber poesía después de Auschwitz», el autor se esmera en unir comicidad y horror, sometiendo a su lectores a un permanente sobresalto. Los entretiene con una historia atrapante, mientras los obliga a ser testigos de algo que cualquier individuo, en su sano juicio, repudiaría."
En Ámbito, el 12 de enero de 2005.
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