Viajé veinte años al futuro para saber cómo seguía la
infección y ya no existo para esa época. Vi la niebla blanca. “Voy a durar
menos que mamá”, pensé.
Tardé un día en volver a intentarlo, ahora quince años
hacia delante. Tampoco estoy ahí. Corregí a diez, y dejé la máquina funcionando
durante la noche. Esta mañana llamé a los de la empresa:
- ¿El sistema está fallando?
- Anda correctamente.
Soy joven. Estoy por escribir “dos” en la casilla de las
fechas. Me tiemblan las piernas.
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