En “Formas breves”, el tratado/manifiesto de Ricardo Piglia sobre el arte de la narración corta, el profesor relata una anécdota escrita por Chejov en un cuaderno de notas, que nunca llegó a ser una pieza literaria autónoma:
“Un hombre, en Montecarlo, va al casino, gana un millón, vuelve a casa, se suicida”.
Piglia agrega:
“La forma clásica del cuento está condensada en el núcleo de ese relato futuro y no escrito. Contra lo previsible y convencional (jugar-perder-suicidarse), la intriga se plantea como una paradoja. La anécdota tiende a desvincular la historia del juego y la historia del suicidio. Esa escisión es clave para definir el carácter doble de la forma del cuento.
Primera tesis: un cuento siempre cuenta dos historias.”
Primera tesis: un cuento siempre cuenta dos historias.”
Está buenísimo ponerse a pensar en por qué se suicida el jugador. Es un acertijo nunca resuelto. Siguiendo la línea de las “dos historias” siempre pensé que el tipo se suicidaba por otra cosa, y que el ganar en el casino no tenía nada que ver. Ni siquiera alcanzaba a postergarle el acto de quitarse la vida a un día, dos, o el mes en que tardara en gastarse el dinero; lo que yo hubiera hecho.
Aprovechando la cuarentena me puse a leer y releer los últimos libros de Martín Kohan. Y es así como di con Fuera de lugar, una novela policial de 2016 en la que toma el desafío de Chejov y lo resuelve con total pericia. Si no la leyeron, tienen que comprarla ¡YA! –desde sus casas, obvio-, porque es maravillosa.
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