1.
No beberás, ni fumarás, ni te drogarás. Para ser
escritor necesitas todo el cerebro que tienes.
2.
No tendrás costumbres caras. (“Te dedicás a
escribir bien o te dedicás a vivir bien”, comenta Gandolfo). No te atormentarás
con ambiciones contradictorias.
3.
Soñarás y escribirás y soñarás y volverás a
escribir. No dejes a nadie decir que estás perdiendo el tiempo cuando te vean
con la mirada perdida en el vacío (“a menos que estés babeando, en ese caso
llamar al 911”). No existe otra forma de concebir un mundo imaginario.
4.
No serás vanidoso. La mayoría de libros malos lo
son porque los autores pasan mucho tiempo ocupados en intentar justificarse a
sí mismos. (“Este consejo es bien para Buenos Aires”, dice Gandolfo). Si un autor vanidoso es alcohólico, el
personaje de su libro escrito con mayor simpatía será un alcohólico. Este tipo
de asunto es muy aburrido para los extraños. Si quieres ser sabio, racional,
bueno, una bendición para el sexo opuesto, una víctima de las circunstancias,
es porque no te conoces a ti mismo lo suficiente para escribir.
5.
No serás modesto. La modestia es una excusa para
la chapucería, la pereza, la complacencia. Las ambiciones pequeñas suscitan
esfuerzos pequeños. Nunca he conocido a un buen escritor que no intentara ser
grande.
6.
Pensarás sin cesar en los que son verdaderamente
grandes (“ponete a trabajar con esa gente”). No hay que confiar ni en los
biógrafos ni en la televisión. Casi todo lo que nos digan sobre los artistas en
los medios de comunicación es pura palabrería escrita por perezosos autores
mercenarios que no tienen la menor idea del arte ni del trabajo duro. El
ejemplo más reciente es “Amadeus”, que intenta convencernos de que es fácil ser
un genio como Mozart y muy difícil ser una mediocridad como Salieri. Hay que
leer, en cambio, las cartas de Mozart (“que son geniales”).
7.
No dejarás pasar un solo día sin leer algo
grande (“esto es aplicable también al cine”, agrega Gandolfo).
8.
No adorarás Londres, Nueva York, ni París
(“ja,ja”). Conozco a menudo aspirantes a escritores de lugares apartados que
creen que estas capitales tienen, sobre el arte, alguna información fundamental
que ellos no poseen. Leen las páginas de las críticas literarias, ven programas
sobre arte en televisión para averiguar qué es importante, qué es el arte en
realidad, qué debería preocuparle a los intelectuales. Aunque vivas en el
quinto infierno, no hay razón para sentirte guiado.
9.
Escribirás para complacerte a ti mismo. Está lleno
el mundo de gente exactamente igual a uno. Sthendal dijo que la literatura es
el arte de la omisión, y omito todo lo que no me parece importante. (Gandolfo:
“¿Y esto que escribí para qué es? Cuando no te podés contestar, lo volás.”)
10.
Serás difícil de complacer. La mayoría de los
libros nuevos que leo no me satisfacen. (“Me pasa igual: siempre vuelvo al gran
Borges”, termina Gandolfo).
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