- A mi hija no le voy a traer problemas: para el día en que nos muramos, con mi marido, ya hicimos los trámites de cremación de cuerpos. ¡No sabés el despiole de boletas y papelerío que llenamos con Cacho! -dijo María Rosa.
- ¿Mucho? -le preguntó mi madre.
- ¡Como si se acabara el mundo! Pero, eso sí: la llamé a Gabi y le dije que un mínimo de trabajo le íbamos a dar. Queremos que nuestras cenizas sean esparcidas frente al Glaciar Perito Moreno.
- ¡Qué boluda que sos! -dijo mi madre.- ¿La vas a hacer ir hasta el sur? ¿Y si no le alcanza la plata? ¿Y si no le dan ganas?
- No importa. No tiene por qué ser hoy, ni mañana. Puede ser dentro de unos meses.
Yo me imaginé a María Gabriela, la hija obesa de treinta y ocho años, vaciando las cenizas por el inodoro, mientras miraba un video de "La Aventura del Hombre" en la televisión, de esos con lagos y montañas.
Mamá se imaginó que también cremarían unas camperas, pulóveres de lana y gorritos Bariloche, y los mezclarían con las cenizas de María Rosa y Cacho, para que no tuvieran frío cuando volaran en invierno.
lo que se dice humor negro, eh?
ResponderBorrarEl frío trastorno la personalidad de los que creemos estar vivos, y no sabés de qué modo. Cambio la obra completa de Mann por una campera o un pasaje a alguna parte más cálida.
ResponderBorrarSi sos de Trelew se entiende el cambio Mann - Campera Man, Jorge. Saludos al sur.
ResponderBorrarjajaj aguanten las amigordas
ResponderBorrarDice la leyenda que la lápida de Groucho Marx pone PERDONEN QUE NO ME LEVANTE. Pero es mentira, pone su nombre y la fecha en que nació y palmó. Nada más.
ResponderBorrarPero lo que es verdad es que el último deseo del hombre, escrito en su Testamento, fué que lo enterraran al lado de Marilyn Monroe, a poder ser en el mismo cajón.
¿Creeis que los hijos hicieron algo para cumplir esta última voluntad?