“Es Pushkin quien
crea y manifiesta la identidad nacional. En Rusia, la literatura, la
arquitectura, la pintura, la moda, todo venía de Francia, espejo de idioma y de
costumbres cultivados y copiados por la nobleza. Es Pushkin quien, de un modo
inmediato, natural y estético, rompe esa tradición. La lengua de la
aristocracia rusa era el francés. No existía una lengua literaria rusa: Pushkin
la crea. Del idioma ruso: “No había ni una gramática ni una ortografía
establecida y muchas palabras abstractas carecían de una definición precisa”
(Figes). Incluso le pasa a Pushkin que, en la adolescencia, cuando empieza a
escribir en ruso, tiene que averiguar el significado de algunas palabras,
porque no las conocía bien. Se trata de una lengua que no ha tenido roce con la
literatura, ni con la filosofía, ni con la ciencia: una lengua depreciada,
propia, según los nobles, de la clase vulgar. Tomar la lengua rusa,
transfigurarla en lengua literaria y llevarla a su más alta expresión poética
es el patrimonio que Pushkin dejará a los escritores que lo siguieron. Porque
es él quien redime la lengua rusa.
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