Mi mamá aún está en este mundo,
aunque casi no esté.
Iba a escribir “conmigo” pero no,
no está conmigo. Está en un geriátrico.
Debe preguntarse cuándo la iré a visitar
y la cabeza no le sirve
para preguntar nada.
“Hay una pandemia, mamá”.
Me explico esa obviedad porque soy el que piensa
por qué
estoy faltando tantos martes a la visita.
“No vamos a poder tomar más mate,
¿no te importa?”
Ah.
Pobre maestra mía que danza ruedita.
Entendí todo, hermosa.
Qué linda estabas en aquella foto.
¿No te acordás? Tampoco importa.
Acá nosotros todavía -¿escuchás, mamá?-
aplaudimos a las nueve tu vida,
en los balcones.
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