La otra salida era de domingo, al Parque Rivadavia, para
canjear sellos, monedas y marquillas dándole la vuelta al ombú. Era un paseo un
poco más territorial, porque terminaba en la feria de revistas, discos y demás.
Volvíamos cargados de libros usados, que conseguíamos por moneditas. De ese
tiempo tengo un tomo del Tesoro de la Juventud que, de tan viejo, trae un
reportaje a Edison, como si fuera la revista Caras.
30.5.20
IR AL SAN MARTÍN
Teníamos quince años y vivíamos en el Oeste, Castelar y
Morón. Nos sentábamos juntos en el colegio y nos cambiamos juntos del San José -marista y fascista, un colegio de mierda- al Manuel Dorrego, que era del Estado, mixto, laico, porque además su
mamá Noemí era la celadora. De mi amigo Quico Figueredo estoy hablando. Ya éramos
filatelistas, cinéfilos y lectores, por lo que en esa época -1977- había
solamente tres salidas rutinarias que nos interesaban. Las tres quedaban en el
Centro. Una pasaba los sábados a la mañana, en el Correo Central, al que todavía
nadie sospechaba que sería un Centro Cultural. Era una salida puntual, a un
edificio. Íbamos a buscar los “día de emisión” de las estampillas, que
venían con un sello especial y en un librito. Las conservo todavía.
La tercera salida es lineal,
y corresponde a la avenida Corrientes. El paseo incluía los kioscos,
preguntando por las revistas literarias (El Ornitorrinco, Ashesa), todas
las librerías de viejo y terminaba al mediodía en la Goethe o en la Lugones. En
una de las visitas a la Sala Lugones me acuerdo de que me tenté con una obra de teatro
de Chejov, del que con Quico habíamos leído “La dama del perrito”. A Quico le
gustaba solamente el cine; el teatro le daba un poco de vergüencita, por eso de
tener trabajando a toda esa gente para vos, y era como una dispersión, con
tantas cosas que había para hacer. Con las películas, nomás, ya teníamos para
una eternidad. Cuando lo dije en casa mi padre fue y compró entradas: "El jardín
de los cerezos" le gustó a mis hermanas, le encantó a mi mamá y todos chochos.
Yo había inaugurado una nueva costumbre: ir al teatro, en esa época, fue ir al
San Martín.
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