"Con los años aprendí a respetar los libros de otra manera. Dejé de verlos como objetos de culto y empecé a sentirlos mis amigos. Unos muchachos que comparten conmigo su sabiduría, me entienden sin que tenga que decirles nada y están ahí siempre que los necesito. Y así como yo y mis amigos de carne y hueso envejecemos y no podemos ocultar las marcas del paso del tiempo, está bien que con los libros ocurra lo mismo. Cuando veo en mi biblioteca un libro muy poco gastado para los años que tiene, me pregunto si en verdad debería estar ahí."
La nota completa en la revista Mira.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario