16.9.19
PAISAJE EN LA VENTANA / ELVIO GANDOLFO
"Basta, Silvana. Me gustaría que nos dejáramos de esquives y subterfugios. No fue por esa típica cuestión de objetos y lugares donde guardarlos, ni por tu forma particularmente inexplicable y odiosa de usar el bidé; tampoco influyó tanto el machismo oxidado de mi padre o la trivialidad aplastante de la charla de tu madre; apenas si incidió mi desliz, o el tuyo, que, sería justo que lo reconocieras, fue mucho peor y más ladino; tampoco intervino la incompatibilidad de nuestros gustos políticos, a pesar de las interminables discusiones. Fue más bien el largo fragmento de espacio apiñado, movedizo, serpentino y deprimente que encuadra el ventanal panorámico del dormitorio, con esa especie de piscina oblonga cerca de la base izquierda, en realidad el techo de un depósito semivacío, y las chimeneas que se pierden entre hileras de ventanas en ese paisaje infernal, sin salida, siempre en movimiento, en acción, bajo un cielo que parece un techo bajo, o, peor aún, es producido, fabricado por las emanaciones que no paran ni de noche ni de día, mes tras mes, año tras año, que siguen ahí todo el tiempo, con su sorda frazada de sonido incluso detrás de las persianas bajadas y los vidrios cerrados, como un monstruo inapresable y múltiple, sofocando, penetrando y destruyendo todo, no por último menos importante nuestro vínculo, Silvana. Creo que, al fin, fue una suerte y un alivio no haber tenido hijos."
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