19.10.17

SÉPTIMA REUNIÓN DE LA CLÍNICA DEL GALPÓN / CUARTA TEMPORADA

De Alfred Hitchcock entrevistado por Truffaut:

“Algunos films son trozos de vida, los míos son trozos de pastel. No filmo nunca un trozo de vida porque esto la gente puede encontrarlo muy bien en su casa o en la calle o incluso delante de la puerta del cine. No tiene necesidad de pagar para ver un trozo de vida. Por otra parte, rechazo también los productos de pura fantasía, porque es importante que el público pueda reconocerse en los personajes. Rodar películas, para mí, quiere decir en primer lugar y ante todo contar una historia. Esta historia puede ser inverosímil, pero no debe ser jamás banal. Es preferible que sea dramática y humana. El drama es una vida de la que se han eliminado los momentos aburridos. Luego, entra en juego la técnica, y aquí soy enemigo del virtuosismo. Hay que sumar la técnica a la acción. No se trata de colocar la cámara en un ángulo que provoque el entusiasmo del operador. La única cuestión que me planteo es la de saber si el emplazamiento de la cámara en tal o cual sitio dará su fuerza máxima a la escena. La belleza de las imágenes, la belleza de los movimientos, el ritmo, los efectos, todo debe someterse y sacrificarse a la acción."

Decidimos entrarle a algunos cuentos que, de tan minimalistas, parece que estuvieran construidos con el aire de la cotidianeidad. Cuentos que contradicen el texto de Hitchcock. De paso conocimos a dos nuevas escritoras argentinas: Vera Giaconi y Cecilia Ferreiroa, la primera publicada por Anagrama, la segunda por Blatt & Ríos. Los cuentos: “Survivor”, basado en una especie de Gran Hermano en la selva que pasan por la televisión, y “Señora Planta”, que solamente pinta un fragmento de viaje por el Tigre en la barca colectiva.

De los presentes leyó Pablo, un cuento del espacio al que le falla el monstruo (Pablo, acordate de lo que hablamos sobre Lovecraft y Robert Bloch en el curso anterior). Es el primer intento de abordar el ejercicio que propuse, de ciencia ficción, que no generó demasiado entusiasmo. Yo mismo estoy intentándolo sin  suerte; es probable que la clase que viene me exponga con mi historia para que me la critiquen bien (o mal, jaja). El tipo de cuento en el que estoy trabajando es como el de Walsh “El viaje circular”, que habla de una máquina muy compleja, adelanto de la ciencia, pero para encubrir un cuento policial. En mi caso, un tema familiar.


Me compré una Airfryer de Philips y la estoy probando. La Clínica como conejillo de indias: me bajé una receta de la app de una cheesecake de ricotta y limón, con la que estrené el accesorio de horneado. Salió bastante bien para ser la primera vez. No quedó ni una miga. Lleva medio kilo de ricota, ciento cincuenta gramos de azúcar, jugo y ralladura de un limón, dos cucharaditas de esencia de vainilla, tres de maicena y tres huevos batidos. Se mezcla todo y se mete en la cápsula mágica durante 36 minutos, a una temperatura de ciento sesenta grados centígrados. ¡Voilá!

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